Estamos viviendo – o sufriendo más bien – la primera ola de calor importante de este verano, y yo tengo que hacer verdaderos esfuerzos para ver el lado positivo de estos meses estivales. No puedo evitarlo, no aguanto nada bien el calor. Menos mal que la naturaleza es sabia y nos compensa con una enorme variedad de frutas a cada cual más rica. Hay tanto donde elegir que a veces se me olvida que algunas de ellas son efímeras, como ocurre con las peras de San Juan, diminutas y deliciosas.
Siempre me ha gustado mucho la fruta. Recuerdo los veranos de mi infancia, en esos maravillosos primeros días de vacaciones, cuando mi madre llegaba del mercado anunciando con entusiasmo: “Traigo albaricoques y peretas“. En mi casa eran peretas, pero a esta peculiar variedad de pera se la conoce normalmente como sanjuanera o de San Juan, nombre popular que recibe por la época de su recolección, alrededor del día de San Juan.
Son dos las características que distinguen a esta variedad de pera: su reducido tamaño y el poco tiempo que está disponible en los mercados. Como todas las peras, es el fruto de un árbol caducifolio que pertenece al género Pyrus, de la familia de las rosáceas. El árbol florece entre marzo y abril, y sus frutos se recolectan a partir de mediados del mes de junio.
Existen algunas variedades diferentes, aunque la más conocida tiene un color externo verdoso, con tonos amarillos y algunas marcas rojizas, mientras que su interior presenta un color blanquecino pálido. Su calibre es muy pequeño, con un tamaño similar al del albaricoque. Algunos ejemplares se pueden comer de un sólo bocado de lo reducidos que resultan.
En cuanto a su textura, es una pera de carne muy firme y dura, si se consume en su momento óptimo. La piel es fina y muy crujiente, y resulta muy agradable en la boca gracias a su carne jugosa, dulce y refrescante. Se conserva muy bien en el frigorífico y madura más rápido si se conserva a temperatura ambiente, especialmente si tenemos días calurosos. Al madurar va cogiendo colores más amarillentos, se vuelve aún más dulce y blanda.
Aunque depende de las características de cada temporada, la pereta aparece en los mercados alrededor de finales de junio, y se puede encontrar hasta aproximadamente mediados del mes siguiente, llegando incluso a verse ejemplares durante los últimos días de julio, gracias a que aguanta muy bien en las condiciones adecuadas de conservación.
Esta curiosa variedad de pera procede de zonas mediterráneas, siendo en las regiones levantinas de nuestro país donde más se cultiva y donde su consumo es mayor. No es casualidad que se le haya dado el popular apodo de sanjuanera, ya que suele aparecer rondando la importante festividad de San Juan, el día 24 de junio.
Las características de esta pera la hacen ideal para consumir al natural. Su pequeño tamaño, su piel fina y su corazón con semillas que pasan casi inadvertidas la convierten en un picoteo perfecto. Suele gustar mucho a los más pequeños precisamente por lo fácil que resulta su consumo, sin necesidad de pelarla o trocearla.
Personalmente me encanta tener a mano una buena fuente de peretas en la nevera, pues me gustan mucho más cuando están frescas y crujientes, y me resulta casi imposible comerme sólo una cada vez. Sin embargo, en los últimos años he empezado a añadirla a diferentes recetas, y la verdad es que es un ingrediente estupendo para muchos platos de verano.
Como buena fruta aromática, podemos usarla en platos dulces, tanto en masas de repostería como en otro tipo de postres. Por ejemplo, troceada en un sencillo bizcocho o coronando una tarta estilo tatín, sustituyendo a la clásica manzana. Otra preparación clásica es cocerla en un almíbar ligero, para tomarla fría o caliente, o bañándola en chocolate fundido. Mi último descubrimiento ha sido el flaugnarde, donde combina muy bien con otras frutas de temporada.
Este año parece que las peras de San Juan han hecho se aparición un poco más tarde, quizá porque el calor tardó en llegar, por lo que espero que todavía se queden con nosotros un par de semanas más. Pero no os descuidéis ya que desaparecerán del mercado sin que nos demos cuenta, y habrá que esperar otro largo año para disfrutar de ellas.
Imagen | Herbolario Allium
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